La comunicación
oral es una competencia clave en la formación de las personas. Es fundamental
para nuestro desarrollo tanto a nivel académico como a nivel personal (diría
que incluso psicológico) el saber exponer oralmente nuestras ideas de manera
coherente, ordenada y utilizando el registro adecuado. El pensamiento es el
inicio del acto de comunicación, pero es al poner palabras al pensamiento
cuando el acto de comunicar se ordena y se completa.
Por otro lado, es
esencial enseñar a los niños a dialogar y crear situaciones en las que
se fomente el intercambio oral de ideas. Es esencial que entiendan que la vía
del diálogo es la única adecuada para la solución de conflictos y que
interioricen algo tan importante como es el respeto a los demás y a las ideas y
opiniones contrarias a las propias.
Además, en los
diálogos y debates también hay algo importantísimo a trabajar que es la
escucha: para tener un diálogo efectivo hemos de escuchar a los demás porque
sino deja de ser un diálogo para ser una sucesión de monólogos. Los niños deben
trabajar en la escucha a los compañeros. A pesar de que el diálogo y la
comunicación real ya se dan en los niños a partir de los 6-7 años según Piaget,
es curioso ver como incluso muchos niños de cursos superiores (4º y 5º de
primaria) siguen mostrando un gran egocentrismo a la hora de dialogar,
repitiendo ideas ya expuestas por otros o desviando el diálogo hacia anécdotas
personales constantemente.
Como actividad
para trabajar la comunicación oral en el aula propongo un diálogo acerca de la
crueldad, enfocado a niños de 5º o 6º de primaria. Podría proponerse también a niños
más pequeños, si bien el enfoque o las reflexiones obtenidas creo que darían
menos lugar a un verdadero diálogo sobre el tema.
La crueldad es un
concepto que puede dar lugar a muchos enfoques distintos y el diálogo en torno
a él puede derivar en argumentaciones muy interesantes. Es una respuesta
emocional concreta de satisfacción ante el sufrimiento de otros y no es
exclusiva hacia otras personas, sino que puede ser crueldad también hacia los
animales. La conversación se iniciará y derivará en lo que los niños vayan
decidiendo con sus argumentaciones. Creo que es un tema para el diálogo que
puede motivar mucho a los niños de edades entre los 10 y los 12 años porque son
capaces ya de ver y reconocer la crueldad en el colegio y en su entorno en
general. Es muy frecuente mostrar cierta crueldad en alguna ocasión en la
primera infancia, según los psicólogos por mera experimentación, por presión
del grupo de iguales, por autoafirmación y porque los niños muy pequeños están
centrados en sus deseos inmediatos y no reflexionan acerca de lo que puede
hacer sufrir a los demás. Sin embargo, los niños más mayores muestran ya otras
habilidades: son capaces de intuir lo que hará daño a los demás y por tanto de
reconocer la crueldad en sí mismos o en otras personas.
Para centrar el
diálogo voy a usar como herramienta una ficha de filosofía visual para niños de
Wonder Ponder. En estas fichas hay ilustraciones que invitan a la reflexión y
se proponen distintas preguntas para intentar dar “una vuelta de tuerca” al
pensamiento.
El planteamiento de la actividad sería el siguiente:
Para el diálogo
nos colocamos sentados en las sillas formando un círculo. Es muy común en los
colegios que en determinadas horas se hagan “desdobles” con algún profesor de
apoyo. Si existe esa posibilidad aprovecharemos ese momento para hacer el
diálogo con un número más reducido de alumnos (12-14 niños es un buen número
para poder hacer un diálogo de forma más manejable): cada mitad de la clase realizará la misma actividad con un profesor.
Se explica a los
alumnos que vamos a dialogar sobre una imagen que mostraremos a continuación y
se detallan las normas del diálogo:
- Respetamos el turno de palabra y no interrumpimos a los demás.
- Hablamos con respeto.
- No nos reímos de las ideas de los demás.
- Utilizamos el lenguaje y el tono adecuado (no utilizamos palabras malsonantes).
- No repetimos ideas ya comentadas por otros compañeros (escuchamos).
- Cada idea la argumentamos: damos “el porqué” de lo que estamos diciendo.
Se explicará que es fundamental respetar las normas para el diálogo y que habrá un sistema de tres avisos para aquellos que interrumpan o hablen de forma irrespetuosa. Al alumno al que se le avise hasta tres veces se le sacará fuera de la actividad.
Es importante que los niños entiendan que antes de hablar hay que pararse a pensar y evaluar lo que vamos a decir y cuándo lo vamos a decir, para que no haya interrupciones y las aportaciones sean relevantes.
Es importante
recordar las normas del diálogo antes de comenzar y también es útil escribirlas
y dejarlas en un lugar visible de la clase.
¿Cómo comenzar el diálogo?
Se muestra a
todos los niños la siguiente imagen:
Lanzaremos la
pregunta: ¿Qué vemos en la ilustración?
En este momento sólo vamos a describir lo que hay en la imagen. Podemos animar al niño más
tímido de la clase a hablar en este punto, porque es algo a lo que sabemos
positivamente que va a contestar bien y no es necesario que emita ningún juicio
o idea si esto le cuesta más esfuerzo. Sólo descripción: hay un perro, una
lámpara, una niña, un señor…
A partir de aquí
ya podemos comenzar un diálogo sobre qué interpretan los alumnos que está
ocurriendo en la escena: ¿A dónde van? ¿Tienen prisa? ¿Quién es Arnoldo? ¿Cómo
está Arnoldo: triste, contento?
Dejamos que los
niños dialoguen sobre la escena, recordando en cada intervención que deben
argumentar sus ideas: ¿Por qué crees que Arnoldo está triste?
Es posible que el
diálogo se desvíe hacia temas que no son el que queremos tratar. Si todos los
alumnos están muy motivados dejaremos que se expresen, pero si es un tema que
vemos que puede derivar en algo estéril o que sólo motiva a unos pocos,
reconduciremos el diálogo con una nueva pregunta para centrarlo:
Arnoldo es muy
grande ¿Es cruel tenerlo en una casa tan pequeña?
El profesor actuará de moderador, dando la palabra para cada una de las intervenciones. No permitirá comportamientos impulsivos de alumnos que intervienen demasiado, molestan, sólo
aceptan su postura y no respetan las reglas de comunicación: no dejará que haya intervenciones reiteradas y atajará cualquier falta de respeto recordando
las normas citadas al principio. Si algún alumno sigue sin respetar las normas
de intervención después de recordárselo más de tres veces, el maestro le dirá con respeto que debe salir del diálogo y que no puede seguir participando en la actividad.
Es posible que el
diálogo fluya y no se estanque pero, por si esto ocurre, llevaremos una batería
de cuestiones a plantear:
- Si supieras que los antiguos dueños de Arnoldo lo abandonaron y estos nuevos dueños lo recogieron de la calle ¿cambiaría tu opinión de la escena?
- Las mascotas tienen “dueños” ¿Y los niños? ¿Son los padres los dueños de los niños?
- ¿Pueden ser las personas dueñas de otras personas?
- ¿Es cruel ser dueño de alguien?
- ¿Se puede ser cruel sin querer?
La Evaluación
Para evaluar a los alumnos en la actividad, el maestro observará las
intervenciones, tomará las notas correspondientes y posteriormente puede utilizar
una rúbrica de este tipo, evaluando cada criterio, por ejemplo, del 1 al 5.
Alumno1
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Alumno2
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Alumno3
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Interviene en el diálogo
más de 3 veces |
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Argumenta sus ideas de forma coherente
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Escucha a los compañeros
y no repite ideas ya mencionadas |
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Nunca interrumpe
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Usa un tono
de voz adecuado |
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Utiliza un vocabulario adecuado
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Pronuncia correctamente las palabras al
hablar
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Utiliza una postura adecuada al hablar
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Sus aportaciones son relevantes
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Con la
realización de este tipo de actividades se consigue fomentar la participación
de los niños en el aula, les ayudamos a desarrollar su capacidad para la
expresión oral de los pensamientos y además se intenta que reflexionen y no
se queden sólo en ideas superficiales. En mi opinión, las actividades de
diálogo deberían realizarse de manera periódica. Es motivador para los alumnos
y a la vez les aporta un aprendizaje valiosísimo.
Bibliografía
Mundo Cruel
(Ellen Duthie & Daniela Martagón) . Ed Wonder Ponder.